Yuko es una oficinista que se estrena un brasiere que resalta sus enormes pechos, ella sabe que esta parte de su ropa íntima resalta enormemente sus tetas, pero aun así lo usa y se dispone a abandonar su lugar de trabajo, acompañada de una compañera de labores y al entrar a un ascensor repleto de hombres, pasa algo inesperado por ellas.
Una vez dentro de la cabina del ascensor serían rodeadas por hombres que se entregarían a la tarea de seducir a Yuko, aislándola de su compañera y sometiéndola poco a poco mediante caricias a un estado de éxtasis que les permitiría hacer con ella lo que quisieran. Fue tomada sexualmente de forma salvaje, sus partes fueron todas penetradas y su cuerpo se llenó de semen.
Su compañera podía escuchar los gritos de lujuria de Yuko, y en su imaginación entendía todo el momento que sucedía, su imaginación le permitía proyectar en su pantalla mental cada uno de los acontecimientos que estaba viviendo su compañera de trabajo. Su imaginación era tan vivida que no pudo evitar sentirse excitada y desear también que le hicieran lo mismo a ella, pero la vergüenza le impedía pedirlo a gritos.
Mientras tanto su amiga era usada como un muñeco sexual, un hombre salía dejando un mar de semen en el rostro, boca o vagina de Yuko, e inmediatamente entraba otro, luego sin contemplaciones se dedicaron a llenar su ano, de carne de hombre y semen, ella estaba en los límites de la cordura y solo podía rendirse y disfrutar de las sensaciones que estos desconocidos le propinaban.
Yuko se corría a cántaros y su amiga no pudo evitar meter su mano en su entrepierna para estimular su vagina y acariciar sus pechos, ella estaba al borde de la locura, solo quería recibir un poco de sometimiento sexual del que era víctima su amiga, ¿Podrá llamarse esto suerte?