Las hermanastras generalmente representan una de las fantasías sexuales más recurrentes en los hombres jóvenes, sobre todo en los adolescentes que siempre tienen hirviendo las hormonas masculinas en situación de aparearse siempre, en esta historia un chico un poco mayor que su hermanastra se deleita observando la excelente figura de ella.
Ella nota que es observada y con enojo se da cuenta que su hermanastro tiene la mirada puesta sobre su cuerpo, ella le reclama, pero él intenta evadir el reclamo que ella le hace, por mirarla de esa manera. Nuestro joven, algo subido de peso, necesita comer la fruta prohibida que está entre las piernas de nuestra joven protagonista y usara su inteligencia para ello.
El protagonista se vale de juegos de palabras que resuenan en la mente de la chica que, lentamente sacudida por preguntas internas, va cediendo ante peticiones que consideraba molestas si venían de un hombre y termina cediendo sin remilgos a mostrar sus hermosas curvas y lo más preciado de una mujer que es la intimidad de su cuerpo.
Antes de que ella reaccione, el joven actúa poniendo en ejecución la segunda parte de su plan que consiste en hacerle el amor como loco a la hermosa chica, todo comienza con un juego previo donde el cazador degusta con su lengua cada parte de la presa que va a ser devorada, poco a poco penetra con profundidad en la intimidad de ella y culmina penetrándola con rabia y deseo.
Poco a poco la hermosa mujer termina gritando ante las embestidas sexuales del lujurioso chico, que con avidez introduce su miembro en lo más profundo de la vagina de la jovencita, es un momento para enloquecer y después de llenar su agujero de mucho semen, reinician una nueva embestida donde el placer será una meta mutua.