Allí estaba parado él frente a ella, una mujer Hermosa, un poco mayor que él, era su madrastra, pero él no la veía así, su Mirada era la de un hombre desesperado por poseerla, él yacía desnudo, ella lo miraba con deseo y vergüenza sin saber qué hacer, ella no entendía por qué él actuaba así, ella no era hombre por eso no podía entenderlo.
Era evidentemente que aquel hijastro no podía tolerar más la presencia de esta mujer en su vida y no decirle algún día lo que sentía, él no lo dijo, se lo demostró y con mucho orgullo le mostró lo que tenía entre sus caderas para ella, estaba claro que no había marcha atrás y ambos debían tomar una decisión, ya él tenía la suya,
Ella no pudo tolerar más la escena y con esfuerzo solicito que se retirara, pero ya en su pecho el calor del deseo la quemaba toda, esto no podía durar mucho, era un hombre joven como ella, era hermoso y lleno de virilidad, tenía que jugársela, ella deseaba que un cuerpo joven la penetrase con deseo y esa era su oportunidad.
Todo se dio de inmediato, ella olvidó que era casada, el olvido que ella, la mujer, su padre, en ese momento solo eran un hombre y una mujer solo eso, así que hicieron lo que hacen dos personas desnudas, hicieron el amor, se amaron con locura, se penetraron con rabia y deseo, ambos ansiosos y con hambre de ternura.
No hubo sitio por donde ella no fuese tomada esa noche, y esto era solo el primer paso a lago inmenso que no se podría posponer más, esto no tenía fin, ambos se habían encontrado y debían a toda costa consumar toda su pasión. En ese momento existía un solo universo, y ellos eran sus únicos habitantes.